El censo de Buecam era totalmente integrador y respetuoso,
sobre todo con la memoria de los muertos, estaban en el de por vida. En el aparecía
los pajes de los reyes magos, que trabajaban dos días en los pueblos y que cumplían
magamente con su derecho al voto en todas las municipales.
Incluso un anacoreta
que vivía en los montes de Buecam, viviendo en contemplación , alimentándose de
la oración, también votaba.
Las hermanas
descalza de los pies y de la vida también cumplía religiosamente aleccionadas por el cura del
pueblo su derecho al voto, eso si por correo, como su congregación mandaba.
En el pueblo había una
organización sin parangón funcionando cual organigrama de una empresa, todos sabían
lo que hacer cuando y como, mejor que en cualquier empresa. Hasta los niños sabían
su cometido, cuando llorar y cuando reír.
Carmen sonrió, al
comprobar la memoria explicativa, que sus autores tenían guardada en el disco
duro del ordenador del ayuntamiento, sellada y firmada por la junta de gobierno del Santo Patrón de Buecam. En la introducción
tenía una reseña bibliográfica de su vida y de su obra por lo que el pueblo lo veneraría
por siempre, amén de pagarles todo lo necesario que el santo demandara por boca
de su director espiritual, el cura, su vocal que era el presidente de la
hermandad era quien lo entendía… Después había unas series de receta de la thermomix, cuatro películas de “ Sirvestes
Stalones” junto con una guía de teléfonos
del pueblo y lista de los que habían votado al alcalde personalmente y por
correo.
Era tan interesante
la información que a Carmen se le hizo tarde para acudir al juzgado, cerro el
ordenador llamo al municipal chino de Buecam y este le confirmo que todos los
detenidos pasarían la noche en la cárcel.
“Se le cayó al santo
del escapulario un disco, con la caratula del chino muelto… Carmen el caso se
ha complicado”
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